jueves, 26 de febrero de 2009

Disculpe las molestias, estamos lapidando para usted
21/01/09

Por Alfredo Grande

"No me expliquen que una gota rebalsó el vaso. Quiero saber qué tenía el vaso"
(aforismo implicado)




A pedradas rechazan intento de ocupar en forma ilegal un terreno Vecinos de Valentín Alsina cortaron las vías del ferrocarril en reclamo de la intervención policial. Hubo enfrentamiento.Un grupo de vecinos rechazó a pedradas a unas 50 personas que intentaban ocupar en forma ilegal un predio de la localidad bonaerense de Valentín Alsina, en el partido de Lanús, en medio de un violento enfrentamiento.Los pobladores de la zona cortaron esta mañana por algunas horas las vías del ferrocarril Belgrano Sur en reclamo de la intervención policial, y denunciaron que los "okupas" ya habían intentado asentarse en esos terrenos en otras oportunidades.El incidente -que esta mañana siguió generando complicaciones por los cortes- se inició ayer cuando un importante grupo de personas, entre ellas varias mujeres y niños, se acercó a los terrenos situados en la intersección de las vías y la calle Alfredo Palacios, con el evidente propósito de levantar un asentamiento.Los vecinos del lugar, que ya habían hecho una denuncia policial sobre la inminente ocupación ilegal del terreno, al ver que se acercaban los futuros ocupantes los recibieron a pedradas y se originó un fuerte enfrentamiento.La pelea terminó con el rechazo momentáneo de las personas que intentaban levantar el asentamiento ilegal. Un vecino explicó que en un principio, los habitantes de la zona intentaron convencer a los recién llegados que no podían ocupar el predio.También dijo que antes de eso, un jefe policial les había dicho que la fuerza no podía intervenir sin ninguna orden judicial. Como las conversaciones no llegaron a tiempo, comenzaron las agresiones y los piedrazas para rechazar a las familias que intentaban ocupar el terreno.Según explicó el vecino, los "okupas" provienen de un barrio aledaño.(Diario El Día – La Plata 13-01-09)








(APe).- Nadie es profeta en su tierra. Pero tampoco tiene la opción de ir a tierras lejanas, o cercanas, porque la bienvenida es a cascote limpio. La ocupación ilegal de tierras se castiga igual que el adulterio: lapidación. Pareciera que en Valentín Alsina rigen los usos y costumbres mahometanas cuando la tierra legalmente poseída es pisoteada por la tribu de los okupas. Adulterio terrenal, ocupación ilegal de la madre tierra que sólo brinda abrigo a los hijos con escritura. Los profanadores de tierras, los adulterios contra natura, no pueden ser tolerados. Con la pluma, con la espada y la pedrada. Jueces, escribanos, vecinos furiosos, policías malhumorados, y los medios que hablan de enfrentamientos, peleas, enojos. Es una versión degradada de las guerras civiles que asolaron al país, unitarios federales, crudos cocidos, saavedristas morenistas. Versión para el solaz de la fauna vernácula que necesita que empobrecidos gladiadores sigan peleando mientras el césar de las inmobiliarias, los loteos, los hacendados, tengan miles de hectáreas ociosas. Amenaza de demoler casas en la villa 31, mientras se construyen torres que convertirán a barrios enteros en las victimas propiciatorias del godzilla constructor.

Si al sistema le faltaba un toque de irracionalidad mayor, la forma en que se intenta solucionar la tragedia de la vivienda, lo muestra en su delirio más expandido. No hay vecinos organizados que, más allá de las protestas que encabezan, se animen a dinamitar los engendros arquitectónicos que están pulverizando sus viviendas y su barrio. Frente a la injuria vertical (las torres), algo reverencial aparece. Sin embargo, ante la injuria horizontal (los okupas) la reacción que sí aparece es tribal y caníbal. Freud habló del narcisismo de las pequeñas diferencias. Se odia siempre lo más cercano, aunque el peligro que representa no sea letal, que al más lejano, aunque estemos en sus planes de exterminio. Los nadies ya no cuentan, pero los alguien se están dando cuenta que tampoco. Las velas serán prendidas porque pagar las facturas de electricidad será imposible. Los braseritos reemplazarán a las hornallas, inútiles porque nadie podrá salir indemne de una factura de gas. A nadie se le descontarán puntos cuando el agua se facture como si fuera oro líquido, con la excepción de las empresas mineras, que seguirán consumiendo millones de litros gratis. Es posible que se esté preparando una nueva conquista del desierto. En el lugar de los pueblos originarios estarán los okupas, los cartoneros, los sin casa, los sin tierra, los bajo autopistas. Aquellos que Zygmund Baumann denomina “residuos no reciclables”. El ataque a pedradas contra los parias, los intocables, las castas podridas de esta orgullosa cultura que vuelve a buscar en el consumismo el remedio de los males, solamente servirá para hacer mucho ruido, pero lo que es seguro es que no habrá pocas nueces. ¿Cuánto tiempo pasará para que se organicen los temidos malones de indigentes, pobres estructurales, desafiliados, excluidos, marginales, y, naturalmente, okupas? Dicen que la escritora Alicia Jurado habría manifestado: “cuando llegue el comunismo yo me voy a la estancia”. Las clases dirigentes tienen exactamente esa idea. Por supuesto, disponen de infinidad de estancias, en todos los climas de este generoso país. Si las pedradas no alcanzan, en el fuerte hay todo tipo de municiones. La lucha cultural entre nómades y sedentarios fue ganada durante siglos por todas las formas del sedentarismo. Pareciera que esa situación puede cambiar. Hay nomadismo en la altísima sociedad, los que viven en aviones, y hay nomadismo de la baja sociedad, los que viven en colchones fósiles en la calle. El nivel fundante de las pedradas es defender las últimas imágenes del sedentarismo, pronto a naufragar. El ciudadano es reclamado como consumidor, aunque en realidad como contribuyente porque IVA mediante todo sapo que consume va a parar a los ingresos “públicos”. El retorno a la edad de las piedras marca la clausura definitiva del progresismo demócrata burgués y su alucinación del estado de derecho. La sociedad organizada para la injusticia sigue esperando una distribución de la riqueza. ¿Qué ladrón reparte el botín que robó? Porque el eufemismo “riqueza” no hace más que encubrir el saqueo miserable, la brutal transferencia de ingresos de la mayoría trabajadora a la minoría parásita. Saqueo que las pedradas nunca podrán resolver, porque los destinatarios reales están demasiado alto en sus torres o en sus aviones y las piedras no los alcanzan.

No pienso disculpar ninguna molestia, mientras llegue el día que podamos lapidar para nosotros.

lunes, 9 de febrero de 2009

MISIÓN: SUEÑOS COMPARTIDOS






Cuando se habla de "ciudad oculta" el imaginario colectivo piensa en una fortaleza reducto de delincuentes y drogadictos. Acostumbrados a la segmentación, este barrio quedó caracterizado de esa manera. Su verdadero nombre es Barrio General Belgrano, pero a partir de 1978 se convirtió en “Ciudad oculta” gracias a la dictadura militar que construyó un paredón para esconder la miseria hacia los visitantes extranjeros que venían a palpitar el mundial Sin embargo, en este paradigma de exclusión social suceden cosas que bien vale la pena asomarse para ver y aprender. Permítanme compartir una crónica sobre la visita a esta fortaleza tan temible.





Por Virginia Giussani para Hualmanos



Era una mañana de lluvia y quedamos en encontrarnos con Eduardo González Fernández, Director Técnico del programa “Sueños compartidos” de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, para visitar las obras que se están realizando en ciudad oculta. Cabe señalar, antes de seguir con esta crónica, que este programa de construcción de viviendas para familias marginadas funciona en todo el país, teniendo obras en Chaco, Santiago del Estero, Misiones, Prov, de Buenos Aires, Mendoza, Neuquén y Santa Fe. Viviendas que se realizan a partir de un novedoso sistema de construcción.


Llegamos a la Villa 15 y con lo primero que nos topamos fue con un edificio llamado “El elefante blanco”, de las características del viejo Warnes y jamás habitado. Allí nos encontramos con un jardín de infantes en excelentes condiciones de funcionamiento. Muy distinto, ciertamente, a la primera vez que la Fundación puso un pie allí para iniciar su trabajo de reciclado. Se trataba de un gran basural en donde se ha llegado a sacar hasta caballos muertos durante su primera fase de limpieza, contaban con el orgullo de quien atraviesa y supera una penosa faena. No era fácil imaginar ese estado inicial al recorrer las distintas salitas con sus niños jugando y todo el equipamiento necesario para acompañar cada edad. Como madre y como mujer debo confesar que lo que más me impresionó fue la charla en la cocina y el comedor del jardín con su personal de trabajo. Todas mujeres que viven en el barrio, porque lo realmente importante de estos sueños compartidos no es ofrecer una vivienda digna como una generosa limosna. No. La vivienda, en todo caso, no deja de ser una esencial excusa para reconstruir el tejido social e incluir en un proceso productivo a quienes por décadas se los fue expulsando. Cada obra que se implementa en un barrio se realiza con la gente que vive allí, contratados como trabajadores en blanco. Tienen su recibo de sueldo, obra social, aporte previsional como cualquier trabajador en relación de dependencia.


En el comedor se encontraban unas diez mujeres con sus uniformes acordes a la tarea desempeñada. Hasta hace sólo dos años vivían en la villa bajo un techo de chapa y sin ningún destino futuro, hoy llevan adelante un jardín maternal y en sus miradas se notaba la alegría del cambio. Una de ellas relataba como entraba agua por su casa cuando llovía, antes. Otra, contaba sobre los hijos adolescentes que este programa de viviendas les dio un destino y la posibilidad de construirse un futuro más allá de cuatro paredes. Con humilde emoción nos decía que antes los chicos se la pasaban vagabundeando y tomando cerveza, ahora trabajan en las obras y llegan a la noche y se desmayan.


Saliendo del “elefante blanco”, y luego de haber recorrido el taller de costura donde se confecciona toda la prenda de trabajo, un gimnasio y un depósito de obra que se asemeja a una enorme ferretería con todos sus estantes perfectamente ordenados, nos dirigimos a la obra.


El sistema implementado para la construcción es de origen italiano y con más de veinte años de trabajo probado. Sin embargo, lo novedoso consiste en que cualquiera está en condiciones de hacerlo después de una elemental capacitación, porque es muy fácil y no requiere conocimientos previos en la construcción. Es por eso que en la obra pudimos ver trabajando a un pequeño ejército de hombres y mujeres que viven en la villa levantando sus casas. Hombres y mujeres que reciben un recibo de sueldo en blanco y sindicalizados en la UOCRA. Alrededor de 400 familias de la villa viven de la obra en tanto construyen sus casas. Allí los vimos levantar paredes con su ropa de trabajo que en la espalda tiene la insignia de la Fundación, sus cascos y todas las medidas de seguridad que corresponden a la construcción. En uno de los edificios en los que estaban trabajando el jefe de equipo era una mujer, antes de este proyecto no sabía nada de construcción, pero se capacitó con las Madres para la implementación de este tipo de sistema y ahora dirige una de las obras. Mientras la miraba con sus arneses obligatorios, imaginaba que probablemente hace dos años esta mujer podría ser cartonera o desesperada en procurarse el sustento diario para sus hijos. Pero allí estaba, en este desafío de construir su vivienda y la de sus vecinos, un desafío que significa inclusión y mejor calidad de vida. Pudimos observar, desde afuera y desde adentro, tanto las viviendas en construcción como las que ya se habían entregado. Se trata de edificios de dos pisos con departamentos de cuatro ambientes cada uno. Las familias en la villa son numerosas, por lo tanto se estructuró un espacio acorde a la cantidad de gente que debía ocupar cada departamento.


Por último, nos dirigimos a Castañares, otro predio no lejos de allí donde se trabaja en un mega sueño compartido, la construcción de más de 700 viviendas. Nada tienen para envidiarle a las grandes empresas de construcción este proyecto que lentamente deja de ser un sueño para transformarse en realidad. También allí nos encontramos con un ejército de hombres y mujeres trabajando, en las mismas condiciones de higiene y seguridad que en la obra de la villa. Sin embargo aquí la organización resulta más impresionante, y al decir de los técnicos, profesionales que antes trabajaban en empresas privadas, en muchos casos este nivel de organización y seguridad frente al trabajo supera a cualquier emprendimiento privado. Primero construyeron las oficinas operativas, administrativas y de depósito, luego comenzaron con la base de este enorme sueño. También en esta obra alrededor de 400 familias lograron su inclusión en un proceso productivo.


A pesar de la lluvia y el día gris mi corazón brillaba al regresar de esta visita. Recordé entonces algo que decía Don Arturo Jauretche: “No es cuestión de cambiar de collar, hay que dejar de ser perros”. Esa fue la sensación que me quedó luego de entrar por un ratito a este sueño compartido. El pretexto es la vivienda, pero el objetivo profundo es dejar de ser perros, y eso pude observar en sus caras, la seriedad, alegría y compromiso de quien se está construyendo más que una casa, un futuro.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Saber mimarse

Decidí celebrarme todo el día”En el recuerdo de Tato Pavlovsky, preciso y emocionado, Emilio Rodrigué se ofrece como el caso de un hombre capaz de dedicar un día entero a la celebración de ese otro que, en tercera persona, es él mismo. Rodrigué, psicoanalista y escritor, falleció el jueves 21 de febrero del 2008.

Por Eduardo Pavlovsky
En 1972, vivíamos juntos con el psicoanalista Emilio Rodrigué, en Libertador y Oro. El se iba a su consultorio de Ayacucho muy temprano a la mañana en una bicicleta vieja que se había comprado, y volvía a la noche. Yo trabajaba en Esmeralda y Libertador, y la mitad de la semana iba al teatro Payró a actuar en mi obra El señor Galíndez y volvía tarde. La mayoría de las noches cuando llegaba lo veía a Emilio con alguna señorita en el sillón de nuestro living. Yo pasaba rápidamente, temiendo importunar alguna intimidad. Pero él me saludaba cordialmente, presentándome a la señorita de la noche. Lo que me asombraba de la situación –Emilio siempre tuvo la facultad de asombrar– era que las jóvenes variaban según los días, pero Emilio mantenía siempre una misma posición física. Piernas cruzadas y su brazo izquierdo tocando suavemente el hombro derecho de la joven. Las jóvenes siempre estaban ubicadas a su derecha. La posición era extraña pero invariable. Lo que variaba eran las jóvenes. Debo aclarar que la posición de Emilio estaba distante de cualquier encuadre erótico. Por sus características yo presumía que era un juego preerótico de estilo emiliano. Intraducible. Tenía algo de resabios de vieja alcurnia franelera.

Una noche, después de mi función de teatro, al entrar noté con sorpresa que el sillón estaba vacío, y escuché desde el baño la voz de Emilio que me gritaba: “Vení Tato, estoy solo”. Emilio estaba totalmente sumergido en la bañadera, colmada de espuma y desde donde sólo emergía su cabeza. La espuma en la bañadera al estilo de Lana Turner o Marilyn Monroe. En un borde de la bañadera había varios Gráficos, la mejor revista deportiva de la época, y él tomaba simultáneamente un gin tonic con una larga pajita que desembocaba en el vaso y que el otro extremo culminaba en su boca. Como los dos somos de Independiente, me empezó a mostrar viejas fotos de aquella inolvidable delantera del ’40 –Maril, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla– pero, como había comprado 40 Gráficos viejos, también teníamos fotos de Michelli, Cecconato, Lacacia, Grillo y Cruz. ¡Era una fiesta roja! De repente Emilio me miró fijamente y me dijo: “Me jubilé por hoy y decidí celebrar a Emilio Rodrigué todo el día”. Por la seriedad con que me lo dijo me di cuenta de que había que escucharlo y decidí sentarme en una silla cercana a la bañadera. Algún nuevo contexto de descubrimiento se avecinaba. Habló:

“Hoy me levanté temprano a la mañana y resolví festejar a Emilio Rodrigué. Pensé que se lo merecía después de tantos años de trabajo y con una abultada producción literaria y psicoanalítica. No usé la bicicleta y resolví llevarlo al Plaza Hotel en taxi para desayunar. Me parecía un buen comienzo. Un buen desayuno siempre es bueno para empezar el día con energías. Después de las lecturas de los diarios, que no fue precipitada sino gozosamente saboreada, y hasta leyendo secciones de los diarios que nunca leo en días de trabajo, por ese apuro imperioso de leer el diario en diez minutos entre paciente y paciente. A las 11 de la mañana lo invité a caminar por la calle Florida pero muy lentamente, como gozando la calle en esa nueva armonía cadenciosa. Respiraba profundamente mientras miraba libremente y sin apuro las bellezas femeninas que pasaban a mi lado. A algunos culos les dedicaba el tiempo que merecían. A las 12 tuve una imperiosa necesidad de leer Gráficos viejos y lo llevé a la calle Azopardo, donde los vendían. El primero que abrí tenía la foto de Capote De la Mata en el famoso gol a River en el Monumental, de 1937. Era una foto de museo. Ahí fue cuando decidí llevarme todos los Gráficos que podía. La sensualidad de esas hojas amarillentas me enloquecía. El vendedor, un hombre maduro, me señaló al pasar: ‘Parece que el señor es de Independiente’; salió rápidamente hacia otra oficina y volvió con una foto de Erico del día que le ganamos 7 a 1 a Boca en Avellaneda. ‘Tome, es suya, se la merece, llévela’. Me hizo un enorme paquete y salí de la calle Azopardo emocionado. Tomamos un taxi y volvimos a casa para dejar los Gráficos bien guardados. Te confieso Tato que tuve miedo de que si llegabas por la tarde me los pudieses robar, una foto de Erico para un hincha fanático como vos es una pieza de museo muy deseable. Guardé todo el paquete y cerré con llave la puerta del cuarto.

”Almorzamos en un restaurante japonés en la calle Mendoza cerca de Libertador. Buen vino, buen postre y un buen coñac. Nunca gocé tanto en no tener que trabajar por la tarde. Fuimos a casa y dormimos una saludable siesta. A las 5 lo invité a correr y accedió. Hablaba muy poco. Casi nada. Tenía algo de autista funcional que me atraía. No invadía. Sólo acompañaba autísticamente. No hinchando las pelotas con preguntas boludas. Eso es lo mejor de los autistas.

”Al volver a casa a eso de las 7, vimos algún noticiario por televisión y al rato le ofrecí cocinar para los dos un buen lomo que tenía en la heladera con papas fritas y acompañado por un Bianchi Borgoña. Después de la cena estaba contento de haber festejado a Emilio Rodrigué. No es un hombre que expresara mucho, pero sus ojos delataban la alegría de haber pasado un buen día. Creo que llegó a decir gracias. Mucho para su reserva habitual. Para su autismo funcional e instrumental. Gracias a su autismo instrumental, James Dean se cogió a todas las minas de Hollywood.

”Cuando me quedé solo, llené la bañadera con agua caliente y le puse espuma de baño que una mina me había regalado. Traje todos los Gráficos y los apilé cerca de la bañadera. Traje también una botella de gin y cuatro tónicas y una pajita japonesa de 40 centímetros para ocasiones como ésta y me metí en la bañadera.

”La lectura de los Gráficos viejos tomando gin tonic sin reserva me producía un éxtasis excepcional. No era éxtasis de yerba. Era éxtasis de gin, Gráficos y espuma. Todo junto. Suspiré profundo y dije: ‘Qué bueno haberme celebrado así’. En ese momento llegaste vos y tuve la imperiosa necesidad de relatarte la experiencia. Te veo llegar con cara de soldado del frente de Stalingrado que ha cumplido bien su faena militar. Yo no niego que hacer teatro pueda ser para vos una manera de celebración, pero es todavía demasiado exigente. Hay que hacerlo bien. Hay que trabajar. Vos te celebrás poco, Tato. Las que saben celebrarse son tus minas, por lo menos las que conozco. A ver si la entendés: Tato tiene que celebrar más a Tato, tiene que festejarlo más, tiene que exigirle menos, tiene que enseñarle a perder el tiempo. Vos no sabés perder el tiempo. Sos un ruso de batalla. Siempre en la línea de combate. Celebrate, amigo mío. Yo necesito que vos te festejes más, te mimes más, como lo hice hoy conmigo. Date un día para vos; sin minas, que exigen tanto. Un tiempo de puro festejo tatista, de celebración pura”.
Mientras escribo esto estoy llorando.


Rodrigué continuó:
“Sin exigencias. Dejá Stalingrado por un día, pedí licencia”. Yo estaba emocionado. Nunca Emilio me había hablado así, con tanto cariño explícito. Empezó a buscar entre los Gráficos y sacó la foto de Erico. “Tomá, te la regalo, que la foto sirva para tu primera celebración. Celebrate hermano, que te lo merecés” y, de repente, como si yo no estuviera, tomo un Gráfico y siguió leyendo, ensimismado. Yo me levanté lentamente de la silla, me fui a mi cuarto con la foto de Erico en la mano y me senté en la cama. Pensé: ¿podré realmente celebrarme como este hijo de puta? Me resultaba difícil tanto placer junto. Pero la experiencia fue importantísima en mi vida. Lo mire a Erico en la foto y me puse a llorar. Erico ya había muerto, como hoy está muerto Emilio Rodrigué. Pero sus recuerdos siguen vivos en todos los que lo quisimos tanto.
Celebrarse, ¡qué palabra inventada! ¡Qué palabra tan emiliana!